
La clave para gozar de una buena salud física y mental empieza en cuidar de la microbiota intestinal. Conoce cómo estos billones de bichitos se ven afectados por el estrés diario que, la mayoría de las personas, llevamos.
Vivir siempre acelerados nos provoca estrés y esto afecta a nuestro cuerpo en muchas cosas, y, si, también a nuestro intestino también llamado «el segundo cerebro». La microbiota conecta nuestra vida con nuestro cuerpo y viceversa.
En este post aprenderás la importancia que tiene la buena salud intestinal para nuestro bienestar físico y mental.
EL ESTRÉS, es un potente destructor de la MICROBIOTA.
El estrés es la epidemia silenciosa del siglo XXI. El estrés está dirigido por una hormona que produce la glándula suprarrenal, el CORTISOL, pero no podemos prescindir de él, es necesario para regular otras necesidades de nuestro organismo como, por ejemplo, esta hormona forma parte de nuestro metabolismo, afecta al sueño, la actividad del sistema inmune y es muy importante en la regulación de la inflamación. De esta forma, el cortisol es muy necesario para vivir, pero el problema es el exceso de la misma que se prolonga en un periodo crónico.
Pues bien, ¿Qué le pasa a nuestro cuerpo cuando los niveles de cortisol se mantienen muy altos durante mucho tiempo?
Esto nos provoca una situación de proinflamación que tiene varias consecuencias en nuestro intestino:
- Disminuyen las bacterias beneficiosas o de estabilización afectando a nuestra salud digestiva.
- Nos produce mayor vulnerabilidad hacia otras enfermedades ya que la microbiota está estrechamente relacionada con el sistema inmunitario.
- El tránsito intestinal se ve afectado y puede provocar diarrea, estreñimiento o ambos alternativamente.

- Aumenta el traspaso de bacterias completas o parte de ellas que atraviesan la pared intestinal y llegan a cualquier parte del cuerpo.
- Se desequilibra la barrera intestinal y trastorna la sensibilidad ante el dolor.
Si tenemos una microbiota bien equilibrada produce neurotransmisores como la serotonina, conocida también como «hormona de la felicidad», el Gaba, que nos ayuda a relajarnos. Cuando se produce un desequilibrio intestinal, estos neurotransmisores sufren alteraciones y esto puede aumentarnos la sensación de ansiedad, fatiga y estrés crónico.
Claves para cuidar tu microbiota y reducir el estrés
- Alimenta tu microbiota consumiendo alimentos ricos en fibra, probióticos y prebióticos. Como, por ejemplo, kéfir, kombucha, etc.
- Intenta dormir bien, un sueño reparador ayuda a mantener un intestino saludable.
- Reduce el estrés practicando mindfulness, yoga, o cualquier actividad física, ya que el ejercicio ayuda a regular el eje intestino-cerebro.
- Evita, siempre que sea posible, tomar antibióticos en exceso y evita también el consumo de ultraprocesados ya que pueden alterar el equilibrio bacteriano.
He nombrado probióticos y prebióticos, y, imagino que os preguntaréis cuál es la diferencia, así que trataré de explicarlo.
Los PRObióticos son microorganismos vivos que colonizan el intestino, estabilizan la flora intestinal, mejoran la absorción de nutrientes y fortalecen el sistema inmune. Se pueden encontrar en yogures, leches fermentadas y cereales infantiles, o bien en cápsulas como complementos alimenticios en Herbolarios como Nova Natura.
Los PREbióticos son sustancias vegetales no digeribles que alimentan las bacterias beneficiosas del intestino, mejorando así la salud digestiva. Se encuentran en alimentos como el trigo, el ajo, la cebolla y la remolacha.
Es decir, que los prebióticos son el alimento para fortalecer a los probióticos.
Efectos saludables de PRObióticos y PREbióticos
Los PRObióticos:
- Mejoran la digestión de las proteínas, grasas y lactosas.
- Sintetizan vitaminas del grupo B y K.
- Protegen contra infecciones intestinales y fortalecen el sistema inmune.
- Ayudan a prevenir el estrés y las infecciones urogenitales.

Los PREbióticos:
- Estimulan el desarrollo de la flora bacteriana positiva.
- Mejoran la absorción de nutrientes y la salud intestinal.
- Los fructooligosacáridos (FOS) son los prebióticos más comunes, con beneficios laxantes y para la flora intestinal.